Nos quieren “normalizar”
“Lo que más precisamos es que nuestros hijos y sucesores aprendan alguna otra lengua universal”.
20/09/2009 HIPÓLITO Gómez de las Roces
No; con todo afecto, con toda consideración y con toda firmeza, hay que decir “no” a ese proyecto de ley que, “de aquellas maneras”, querría oficializar el catalán en Aragón, colocándolo entre las lenguas originarias de esta tierra.
Ese proyecto de ley presentado en nuestras Cortes por la parte predominante del Gobierno de Aragón con la sumisa abstención (?) de su sedicente parte aragonesista, sólo merece una respuesta: oponerle una enmienda a la totalidad sin texto alternativo y lo supongo posible, con la firma o adhesión de los demás Grupos parlamentarios. Otra cosa sería como echar el telón; si así nos dominan desde fuera ¿para qué mantener la Aljafería?
Mal está que el Gobierno central se muestre tan tierno con la Generalidad, pero sería inaceptable que nos contaminase a los aragoneses con esa flojera de espíritu; el catalán es una lengua de Cataluña, allí creo que nació y aunque en Aragón lo hablen algunos miles de ciudadanos, no es causa para que se que nos imponga la protección del catalán a costa de nuestros bolsillos. Ningún catalanoparlante dejará de hablar como guste pero de ello no hay que deducir aquí, más consecuencias.
En Aragón hay usos lingüísticos y dialectales que ninguna ley podría derogar porque su empleo no depende de ninguna ley y lo deseable es que subsistan como en cada sitio se hable y se escriba, igual que hasta ahora; limitadamente sin duda pero dignamente, algo que no sucedería si, como sueñan por algún sitio, consintiéramos ¡en Aragón!, que se “normalizaran” lo que significaría someterlos tarde o temprano a las reglas que impusiera “la academia” de Barcelona, que sería el morir de varias de nuestras modalidades lingüísticas. Incumpliríamos nuestro Estatuto y nos someteríamos al de nuestros vecinos.
No se diga que confundimos las cosas y que el problema sólo es lingüístico porque la verdad es que el problema, aunque se refiera al hablar y al escribir, es político, abrumadoramente político. Es mucho más que una disputa entre filólogos; no engañemos ni nos dejemos engañar.
Encima, ni siquiera es momento oportuno, si es que alguno lo pudiera ser, para asumir una iniciativa tan pícara como impertinente; ni la pide el pueblo ni parece que los poderes políticos de la Generalidad hagan lo preciso para que desde Aragón mostremos alguna comprensión. La política vecinal que desde allí se profesa es de dirección única: de aquí para allá lo querrían todo, pero de allá para aquí no quieren ceder nada, operan como si sólo ellos tuvieran razones.
También se emplea desde aquel centro de poder una inteligente pero inaceptable táctica, intentando hacer varios problemas de lo que en el fondo es uno solo: la lengua, el agua, el Archivo de la Corona de Aragón, la retención indebida de los bienes de arte sacro que nos pertenecen, la financiación ad gustum, las reivindicaciones territoriales que hasta cuentan con un monumento en un lugar público y destacado de Arbucias, incluyéndonos entre “los paissos catalans” los pasos transpirenaicos y otros asuntos, que “recordar no quiero”, se tratan desde allí, omitiendo confesar que los ven como capítulos del programa del manido pancatalanismo. Y al que discrepe se le llama fascista para acabarla de arreglar.
De ese programa también forma parte el afán de absorber, como si fueran de ellos, las lenguas y modalidades lingüísticas de Aragón, empleando la sibilina fórmula de intentar que una ley de nuestras Cortes equipare el tratamiento legal del catalán al nivel del mismísimo aragonés. ¿Aragoneses, “a la escolá”? ¡A otro perro con ese hueso!
Por otra parte, debemos recordar que estamos en el XXI, que todos disponemos de un idioma tan potente como el español común y que en tiempo definitivamente ecuménico como el de este siglo, lo que más precisamos es que nuestros hijos y sucesores aprendan alguna otra lengua universal: el inglés, el ruso, el chino, etc. Poner el énfasis en lenguas vernáculas pero inviables para la comunicación cósmica, sería descapitalizarnos; diciéndolo bienhumoradamente, algo así como apalancar con un churro.
Repito: con todo afecto, con toda consideración y con toda firmeza, que ese proyecto de Ley sólo merece la respuesta de una enmienda a la totalidad si es que el Gobierno de Aragón no opta por retirarlo que sería lo más justo.
Nos quieren “normalizar” – Opinión – www.elperiodicodearagon.com.
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