Mi abuelo era de un pueblecito de Huesca que se llama Castillonroy. Siendo del bando republicano, se exilió en Brasil después de la Guerra Civil buscando salvar el pellejo. Desde que lo conocí nunca me habló en aragonés oriental, sino en catalán.
Una vez al año vuelvo al pueblo en busca de aceite de oliva, típico de la región. En la entrada siempre he leído una pintada que reclama la cooficialidad del catalán. Debemos reconocerlo, somos sumisos perdedores. El catalán, tarde o temprano, quiere ser exterminado por los hijos de nuestros vencedores, que no entienden que aún se hable en territorio vencido y no haya sido eliminado. Nunca el oasis estuvo tan amenazado por caravanas de comerciantes de esclavos. ¿Qué mesías va a seguir las pisadas del chico de la hondonada sin desviarse ni detenerse? ¿Hasta cuándo la tormenta de arena empezada el 24 de abril de 1701 no borrará las pisadas iniciadas otro 24 de abril de 1980?
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