G. A. 29/10/2011

Había ganas entre la oposición de conocer a Humberto Vadillo, “una figura legendaria más por lo que ha escrito y dicho que por lo que ha hecho”, como le espetó Gregorio Briz, de CHA, en alusión a las críticas del director general hacia la lengua aragonesa y al colectivo de artistas antes de su nombramiento. Briz primero, y Adolfo Barrena después, insistieron en que su ideología “neocón” no encajaba con la defensa de los valores que planteaba, como la ausencia de dirigismo o la libertad de creación. Briz le nombró a Belén Esteban y Torrente al aludir a una cultura que proporcionara beneficios, y le cuestionó que qué le parecería que a él, que es periodista, le llamara “gacetillero” como hizo con los actores cuando les llamó “titiriteros”. Y Barrena le insistió en que tras lo que había dicho antes no podía ser director general de Cultura, “como yo no me veo de obispo”.

Ana Cristina Vera, tras decirle a Vadillo que no era “creíble”, le lanzó una batería de preguntas sobre medidas concretas, sobre presupuestos, sobre sus reuniones con distintas entidades culturales… Tantas preguntas que la portavoz de PP en la comisión, María José Ferrando, llegó a tildarlo de “interrogatorio en tercer grado”. Y las intervenciones de CHA e IU de “caza de brujas”.

Eso sí, Ferrando también arremetió con todo y contra todo. Habló de “momentos esotéricos y espiritistas” de Eva Almunia en Sigena y su “política festivalera”; de los “cantos de sirena” de IU cuando “corren malos tiempos para la lírica” y de que “gracias a Dios, Aragón existía antes de que se creara CHA”.