MARGARITA Barbáchano10/09/2011
Malos tiempos para la cultura, para la educación y para la sanidad, los tres pilares sobre los que se asienta cualquier sociedad civilizada y en pujante desarrollo. Las tres van a ser (están siendo ya) inmoladas por la privatización. Las tres van a ser gestionadas por la inversión privada. Como hay que limitar el gasto, lo más cómodo es cortar por lo público, no cortar por lo sano. Yo me pregunto si los inversores privados, a los que alude con desenfadado regocijo la consejera Serrat, se van a convertir de la noche a la mañana en filántropos lanzados a financiar exposiciones grandiosas, producciones de teatro, cine, danza, hacerse cargo de Invitaciones a la Lectura y pagar de sus beneficios a escritores consagrados o no, para que los chavales se enganchen a los libros en los IES.
Y claro, todo este mundo feliz, será pagado por los bolsillos de aquellos ciudadanos que se lo puedan permitir. Es decir, esos ricos estupendos (que suelen hacer trampas a Hacienda) pero que les gusta lucir bien en los actos y eventos culturales. El ideario es para ponerse a temblar: la cultura es para la “gente bien”, la cultura es para la “gente limpia”. Subvenciones cero, que espabile el resto. Ya nos inventaremos una Ley de Mecenazgo para que desgraven impuestos esos potentes inversores privados. Así parece que están interpretando el papel de la cultura los responsables Serrat, Vadillo y Magdaleno.
ADEMÁS DE UNA forma muy simple de pensar, demuestran una falta de estilo preocupante. Por ejemplo, a mí nunca se me ocurriría presentarme en la primera comparecencia en Las Cortes, para explicar que se acabaron las subvenciones, con un megabolso de CH que la tapaba casi por completo, colgado orgulloso del hombro. Son detalles, señora consejera, que hay que cuidar. Conviene evitar las exageraciones a todos los niveles (también verbales o escritas, señor Vadillo) cuando se está ocupando un cargo público. Ni hacer declaraciones a los medios explicando que el museo Pablo Serrano se potenciará cuando esté funcionando la cafetería en la terraza. ¡Mejor que no hablen!
Mientras tanto, y para redondear la faena, el director general de Educación, Manuel Magdaleno, tiene en pie de guerra al profesorado de los institutos: se carga un ciclo interesante que lleva 25 años funcionando con gobiernos de todos los colores políticos; y ya anuncia que se ha puesto a trabajar (en equipo) con Humberto Vadillo para ver cómo se arregla lo que ha suspendido. Aquí en Aragón ya tenemos más que sospechas de que Magdaleno va a primar a la escuela privada (de donde procede) y que intentará dejar a la enseñanza pública abandonada de la mano de Dios. ¡Nunca mejor dicho! Los profesores de Madrid, Cataluña y Galicia se sienten insultados y menospreciados. No me extraña que se firmen manifiestos con más de mil firmas pidiendo cabezas. Hay cosas que no se pueden tolerar. Y debemos hacerlo con la cabeza muy alta.
Periodista y escritora
Bolsos de CH, Magdaleno y Vadillo – Opinión – El Periódico de Aragón.
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