El Gobierno disuadió a Hereu de presentarse a los Juegos de verano
- • El COI dio a entender que sería difícil que Barcelona tuviera una edición estival a solo 30 años del 92
- • Los contactos mantenidos con el Ejecutivo y el COE decidieron al alcalde a apostar por el evento invernal
- Jordi Hereu, cuando anunció las aspiraciones de Barcelona. Foto: PACO LARGO
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BARCELONA
madrid, entendida no como la bella ciudad castellana sino como los poderes fácticos que allí se hospedan, persuadió a Jordi Hereu de no presentar a Barcelona a la carrera en pos de los Juegos Olímpicos de Verano del 2020, como fue su primera intención. Los contactos a alto nivel mantenidos por el ayuntamiento con el Gobierno y el Comité Olímpico Español (COE) y también, ya en el extranjero, con el Comité Olímpico Internacional (COI) llevaron a Hereu a decantarse, finalmente, por la edición invernal de la competición, en el 2022. Por varios motivos, de toda índole, el alcalde quedó convencido de que optando a los Juegos de invierno, en lugar de los de verano, la candidatura de Barcelona sería una opción ganadora.
El padre de la idea olímpica es Jordi Hereu. Sabedor de que un interés de Barcelona por ser sede de los Juegos podría suponer un auténtico terremoto cuando Madrid aún luchaba por albergar los del 2016, el alcalde confió su idea a un reducidísimo número de colaboradores. En concreto, a su núcleo duro: el delegado de Presidencia, Ignasi Cardelús –encargado de las relaciones institucionales–, y el primer teniente de alcalde, Carles Martí. Más tarde se sumarían el teniente de alcalde Jordi William Carnes –encargado de la promoción económica– y Pere Alcober, responsable de Deportes. La consigna era dejarse la piel por Madrid y, solo en caso de fracaso de la capital española, dar el paso.
Cuando el 2 de octubre el COI eligió Río de Janeiro, el Ayuntamiento de Barcelona empezó a sondear a distintas instancias en Madrid y en el extranjero sobre la posibilidad de saltar al ruedo. La conclusión que se extrajo fue doble. Por un lado, que ni el Gobierno ni el COE aplaudirían una candidatura de Barcelona mientras Madrid no anunciara si se presenta o no a los juegos del 2020. Y dicha decisión, el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, la ha dejado en manos del consistorio que salga de las urnas el próximo mayo del 2011. Un tiempo que Hereu no estaba dispuesto a dar, máxime cuando la candidatura olímpica es una de las principales bazas electorales para las mismas elecciones del 2011.
Pero incluso en el caso de que Madrid deje pasar la opción del 2020, una eventual candidatura catalana a los Juegos veraniegos tampoco contaría con el apoyo sin fisuras de las instituciones españolas por cuanto entienden que Barcelona ya ha tenido sus juegos.
LA VOZ DEL COI / En paralelo, los contactos con la familia olímpica internacional dieron como resultado que, por un lado, la marca Barcelona goza de una gran salud pero que no es suficiente como para conseguir unos Juegos apenas 30 años después de haber organizado los de 1992. Roma, París y Berlín, por poner tres ejemplos, hace más años que Barcelona y España que no ven de cerca la antorcha olímpica.
En cambio, los miembros del COI sondeados sí vieron con buenos ojos una, entonces, posible candidatura de los Juegos de invierno que relanzara el evento. Esta competición ha sido siempre la hermana pobre del olimpismo. En los 90, por ejemplo, se cambió el año de celebración para que no coincidieran con los de verano, que se llevan todos los focos de protagonismo. También el COE vio en los Juegos de invierno tanto una forma de no hipotecar el futuro de Madrid como la posibilidad de contar con una opción vencedora.
Con todos estos elementos, Hereu modeló la candidatura para el 2022. Idea que, además, coincidió con las aportaciones que un grupo de empresarios expresaron en una reunión del plan estratégico.
El ayuntamiento también recabó la opinión de la Casa Real. La aparición de una tercera villa olímpica, tras las de Barcelona y la Cerdanya, podría indicar que la candidatura barcelonesa estudia emplear como subsede las pistas de Baqueira Beret, en el Vall d’Aran.
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