Origen: La Voz de Asturias

Ramón d'Andrés

Ramón d’Andrés

El filólogo gijonés formará parte de un equipo de tres filólogos designado por el Gobierno de Aragón y llamado a fusionar las tres ortografías existentes hoy

Pablo Batalla Cueto
Redacción 01/08/2016 13:30

El lingüista asturiano Ramón d’Andrés, profesor titular de lengua española en la Universidad de Oviedo y exdirector de la Oficina de Política Lingüística del Principado de Asturias, ha sido escogido por el Gobierno de Aragón para integrar un equipo de tres filólogos llamado a diseñar una ortografía que unifique las tres que actualmente se emplean para escribir la lengua aragonesa. Los otros lingüistas designados son el francés Patrick Sauzet y el suizo Michael Metzeltin, este último un buen amigo de Asturias y miembro de honor de la Academia de la Llingua Asturiana.

El encargo ha sido hecho por José Ignacio López Susín, director general de Oficina de Política Lingüística del Gobierno de Aragón, recién creada como resultado del pacto de gobierno entre PSOE y Podemos alcanzado tras las elecciones autonómicas del año pasado. La mayor sensibilidad hacia el aragonés de los nuevos gobernantes se ha manifestado en un incipiente proceso de normalización y difusión de la maltrecha lengua patrimonial -sólo 12.000 hablantes circunscritos al norte montañoso de la región- que, sin embargo, ha encontrado un obstáculo importante en la imposibilidad de consensuar qué grafia utilizar en carteles, rótulos, avisos o folletos. Tres instituciones consagradas a la defensa del idioma, el Consello d’a Fabla Aragonesa, el Estudio de Filología Aragonesa y la Sociedat de Lingüística Aragonesa, utilizan sus propioas grafías y consideran arbitrarias y fuera de lugar las otras dos. Urge una unificación y en ello van a ponerse a trabajar D’Andrés, Metzeltin y Sauzet, que celebrarán en noviembre, seguramente en Barcelona, una primera reunión preparatoria tras la cual tendrán lugar otras de las que se espera que redunden en un primer pliego de conclusiones durante el primer semestre de 2017.

«Que existan grafías diferentes puede tener sentido en lenguas como el romanche, que tiene variedades dialectales bien delimitadas y sobre todo el apoyo del Estado suizo y del cantón en el que se habla, donde es lengua oficial, pero tres grafías diferentes ininteligibles entre sí y una disputa tan agria es letal para un proceso de normalización de una lengua como el aragonés, muy recesiva y con menos apoyos aún que el asturiano: ésa es una situación con la que hay que acabar cuanto antes», valora D’Andrés, que muestra asimismo su satisfacción por la actitud colaboradora que, de momento, están teniendo las tres entidades, que están dispuestas a alcanzar un acuerdo y ya han enviado a los tres lingüistas abundante documentación para que vayan preparando el trabajo.

D’Andrés no espera que la unificación resulte especialmente complicada. «En Galicia hubo hace años una controversia mucho más agria y dañina entre los partidarios de una grafía más cercana al castellano y los de una más cercana al portugués y se acabó solucionando», cuenta. La disputa en Aragón no es, de todas formas, entre referentes externos como el catalán, el occitano o el castellano, sino fundamentalmente entre una grafía que, basándose en documentación medieval aragonesa, introduzca innovaciones como eliminar la uve o la hache muda y otra más parecida a la habitual en las lenguas romances. «Los tres modelos ortográficos son técnicamente defendibles; no hay ninguno muy chambón», explica D’Andrés, que en tanto el equipo aún no ha empezado a trabajar no quiere adelantar si se adoptará una solución de consenso que tome elementos de las tres propuestas o una que se parezca más a uno de los modelos que a los otros dos.

Tampoco quiere D’Andrés opinar sobre esta extraña fragmentación ortográfica sufrida por el aragonés, que hasta los años 2000 se escribió con el modelo propuesto por el Consello sin que existieran mayores disputas al respecto.