Cuenta una antigua leyenda que en tiempos de la Reconquista tres monarcas –dos infieles y otro cristiano– se reunían a menudo en lo alto de una cima desde la que divisaban sus dominios. En esta montaña, conocida hoy como el tossal dels Tres Reis (la cima de los Tres Reyes) podían parlamentar sin salir de sus reinos, pues se encontraba justo en la unión de los mismos, así que terminó convirtiéndose en símbolo de concordia.
Aunque la leyenda no es más que eso, y de hecho existen otras similares en la península, es aquí, en la confluencia de Teruel, Castellón y Tarragona, el único lugar en el que sus vecinos pueden presumir de haber convertido el mito en realidad. Y no solo porque cada mes de octubre suban a lo alto del tossal para reunirse, sino porque responsables turísticos y empresarios de tres comarcas y comunidades autónomas distintas han unido fuerzas para sacar adelante un proyecto que dé a conocer las riquezas de estos territorios. Y es que por más que se empeñen políticos y mapas, las fronteras son a menudo difusas, y como sucede en el caso de Matarraña (Teruel), Morella (Castellón) y Terra Alta (Tarragona), es mucho más lo que une que lo que separa.
MATARRAÑA, LA “OTRA” TOSCANA
Si Morella consigue enamorar fácilmente al visitante, otro tanto sucede con la vecina comarca del Matarraña, un pequeño rincón de Teruel que desborda encanto por los cuatro costados. Compuesta por dieciocho municipios, esta acogedora comarca cuenta con hermosos paisajes de pequeñas cimas y sinuosos ríos –como el Matarraña, que da nombre a la zona–, además de un apasionante pasado y un rico patrimonio. Todo ello le ha valido para recibir a menudo el apelativo de “Toscana española”.
Una comparación que, como el visitante descubre enseguida, no es para nada exagerada, pues la zona tiene razones de sobra para presumir. En Peñarroya de Tastavin, por ejemplo, es la prehistoria la que tiene nombre propio: Inhospitak. Así se llama la sede de Dinópolis que hay en la población, y en la que podemos contemplar fósiles de hace 100 millones de años y la réplica de un Tastavinsaurus, un imponente saurio de diecisiete metros. Saciada la curiosidad científica, toca una visita a la que quizá sea la mayor joya del pueblo que ya vimos en detalle en otra ocasión: se trata de la ermita de la Virgen de la Fuente, un edificio medieval que conserva una bellísima y delicada techumbre mudéjar.
En la comarca también abundan los yacimientos arqueológicos íberos, con restos tan espectaculares como los de los de San Antonio o Tossal Redó, ambos cerca de Calaceite, localidad en la que se encuentra el Museo Juan Cabré, donde se repasa la vida de este historiador calaceitano. Calaceite no solo es capital cultural del Matarraña, sino que además puede presumir de ser “uno de los pueblos más bonitos de España”, una denominación que comparte, por cierto, con Morella y con Valderrobres, nuestra próxima etapa del camino.
Basta contemplar la estampa de Valderrobres desde el puente de San Roque para comprobar que, en efecto, la localidad bien merece el piropo. Entre sus joyas destacan el magnífico castillo-palacio, la iglesia gótica de Santa María la Mayor, o la soberbia casa consistorial, con características que se repiten en otros ayuntamientos de la comarca. Las plazas porticadas y las antiguas cárceles son también elementos que encontramos en otros pueblos del Matarraña, como en Ráfales, La Fresneda o Beceite.
Esta última población fue escenario de las Guerras Carlistas, aunque hoy sobresale por motivos bien distintos. Además de un notable patrimonio, Beceite –o Beseit, su nombre en el dialecto catalán que se habla en la comarca– cuenta con un envidiable entorno natural. No en vano está ubicada a los pies de los puertos que llevan su nombre, de gran valor paisajístico. Uno de los parajes más hermosos es El Parrizal, una ruta de espectaculares gargantas horadadas por las aguas del Matarraña que puede disfrutarse siguiendo un sendero de unos seis kilómetros.
Quienes prefieran las maravillas de la buena mesa a las paisajísticas tampoco tendrán queja. Ya sea con platos tradicionales –como los que preparan los restaurantes adheridos a la iniciativa Matarranya a la cassola (Matarraña a la cazuela)– o con apuestas más modernas, los restauradores de la comarca hacen un fantástico uso de los productos de la tierra, como el aceite de oliva, los robellones, el ternasco o, como no, el sabroso jamón de Teruel.
CÓMO LLEGAR: En coche, desde Madrid hay que tomar la N-II hasta Zaragoza y, una vez en la capital maña, coger la carretera N-232. Si nos dirigimos a Morella en primer lugar, esta nacional nos llevará hasta allí directamente, y también desde el País Vasco y Santander. Si preferimos comenzar con la comarca del Matarraña, al pasar Alcañiz tendremos que tomar la N-231 en dirección a Valderrobres. Si llegamos a la Terra Alta, desde Tarragona debemos tomar la N-420. Desde Lleida, la C-230 por el Eix de l’Ebre hasta Benifallet y, después continuar por la C-235. Por autopista, la A7 salida Reus. En autobús, la empresa Hife (http://www.hife.es) comunica las distintas poblaciones de las tres comarcas.
MATARRAÑA:
Para comer:
Restaurante La Alquería. Ráfales. info@laalqueria.net. Tlf. 978 85 64 05.
Para dormir:
Hotel Molí de l’Hereu. Ráfales. info@hotelmolidelhereu.es. Tlf. 978 08 50 60
Hotel-Restaurante La Fábrica de Solfa. Beceite. www.fabricadesolfa.com. Tlf. 978 850 756
Más información:
Oficina de Turismo de Matarraña. www.matarranyaturismo.es. Tlf. 978 890886
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