La Valera no ha vuelto ni volverá a La Codoñera | Lo Finestró.

 

Camino del patíbulo

(Article a publicar a La Comarca y/o Diario de Teruel)

A partir del día 6 de agosto los medios de comunicación comarcales y provinciales publicaban eufóricas crónicas sobre la vuelta de la campana María Valera a La Codoñera: “La campana de La Codoñera vuelve a bandear”, “cinco de agosto día histórico para el municipio”, “motivo de celebración y reunión del pueblo”, “los vecinos se fotografiaron con la campana de 1851” —¡qué ironía!—, “la Valera vuelve a su lugar” —¡qué lejos de la verdad! — , etc., etc.

Desde hace un par de años he venido escribiendo algunos artículos sobre “la Valera”, en los que, a parte de lamentar su estado —herida por una grieta— producto de un badajo inadecuado, indicaba cuales podrían ser las soluciones o actuaciones. Debo decir que nunca tuve la convicción de que influyesen en algo mis opiniones, conociendo la forma de actuar de la corporación municipal y el grado de “estima” hacia mi persona. No obstante mi amor por “la Valera” desde mi infancia y el recuerdo permanente de su excelente sonido, me empujaron de manera coercitiva a escribir sobre “la campana gran de la Codonyera” en diversas ocasiones. En la primera de ellas ya decía: “La solución vendría dada por la soldadura de la hendidura y no por ninguna otra alternativa. Con la soldadura, limpieza del bronce y ajuste del yugo (les grenyes), realizadas por manos técnicas artesanas en sus instalaciones, se recuperaría el sonido anterior y hasta podría superarlo en transparencia. Por la zona de Levante existe alguna empresa dedicada a estos menesteres. La refundición seria una destrucción del patrimonio histórico y una pérdida del sonido anterior. En los casos en que una campana histórica no se quiere o no se puede soldar por la gravedad o amplitud de su rotura, la única alternativa que queda es la de ser expuesta en algún museo para su contemplación. En el campanario habrá de colocarse una nueva que podrá ser una copia de la antigua, pero con sonido completamente diferente. Toda campana histórica tiene su sonido propio e irrepetible.”

Estoy entristecido e indignado por lo que se ha hecho, que era, estoy plenamente convencido, lo único que no debía hacerse: se ha fundido la histórica campana, es decir, se ha destruido un bien artístico, histórico y cultural, y se ha eliminado la posibilidad de recuperar el magnífico sonido de un instrumento precioso y único. Como dice Francesc Llop: “Las campanas son la única voz viva que queda del pasado”. Y por si les parece poco se ha cambiado la aleación por motivos técnicos. ¿Donde están los informes de técnicos competentes que avalen toda la operación? ¿Alguien fundiría una joya histórica de oro con algún deterioro, para hacer otra nueva? ¿Cómo calificaríamos a la persona que ante la tesitura de restaurar un Stradivarius o un Guarneri, desencajase todas sus piezas e intentase pegarlas de nuevo, colocando algunas de nuevas para mejorar su sonoridad? Yo pienso en dos o tres adjetivos, pero no los diré. El lector debe tener los suyos. ¿I si alguien, en lugar de restaurar una iglesia románica, desmontase los sillares para hacer una nueva? El art. 64 del Texto Refundido de la Ley del Patrimonio de Aragón dice: “Los titulares de los órganos competentes que tengan a su cargo bienes o derechos del patrimonio de Aragón, así como los titulares de cualesquiera derechos sobre los mismos, están obligados a velar por su conservación y defensa, en los términos establecidos en la legislación estatal básica y de aplicación general y en este Título.” ¿Es la destrucción una forma de velar por la conservación y defensa?

Estoy entristecido porque a la mayoría de los vecinos de La Codoñera les parece bien lo que se ha hecho, tal como he podido comprobar. Estoy indignado porque los responsables locales de tomar la decisión hayan celebrado con júbilo propagandístico tamaño desmán. Estoy indignadísimo porque ningún partido político, ni técnicos o expertos culturales del Gobierno de Aragón, de la DPT o de la comarca, o incluso del Estado, hayan abierto la boca. ¿Quién es el responsable del patrimonio histórico cultural aragonés? Aplicando el principio de que una copia bien hecha es igual o mejor que el original deteriorado —caso de la campana que nos ocupa—, qué fácil sería acabar con el litigio de los bienes de las parroquias de la Franja: se hacen unas buenas copias de dichos bienes, se cuelgan en los lugares previstos del Museo de Barbastro y zanjado el tema.

Si el lector siente la curiosidad de saber cual es el sonido de la copia de “la Valera”, les diré que se parece al anterior como “un huevo a una castaña”. ¿A qué no adivinan cual de los dos era infinitamente mejor?

He pasado por delante del recientemente construido tanatorio de La Codoñera, tan inexplicable por innecesario en un pueblo que fallecen una o dos personas al año, y he pensado que bien podría haber sido su primer cliente la histórica campana María Valera.

 Querido lector: si te animas a compartir lo que he escrito sobre la, ya difunta, María Valera de la Codonyera, de momento seremos dos. Piensa, no obstante, que aunque haya más adhesiones, siempre nos tendremos que refugiar bajo el manto del “dulce encanto de la minoría”. Aragón y sus pueblos son como son.

 

Nota: acabadas estas líneas ha llegado a mis manos el interesante artículo de Eliseo Martínez Roig, técnico en Patrimonio Cultural y Campanero, “La destrucción patrimonial de la campana de La Codoñera”

http://www.campaners.com/php/textos.php?text=6397

vecinos-fotografiaron