¿Habla Lapao o ke ase?
Bienvenidos al club de los ciudadanos que se sienten avergonzados de su propio territorio por culpa de unos gobernantes que han hecho el ridículo a gran escala. Os acojo como autóctona de una provincia que tiene el único aeropuerto sin aviones del mundo. Y os compadezco por pasar a nuestro lado oscuro solo porque una ley aprobada ayer en las Cortes reconoce como oficial una lengua que no existe. Sin respaldo académico, sin lógica y hasta sin un nombre elegante. lapao. Suena más a marca de helados que a idioma.
¿Se imaginan a Dolores Serrat al más puro estilo Iniesta recomendando ‘Lapao para todos’? Todo es posible en este lado oscuro del que, ya aviso, es difícil salir. Más allá del debate sobre lo estúpido que resulta no llamar al catalán por su nombre, la situación lingüística aragonesa ha superado la indignación de la mayoría de hablantes para adentrarse en la espiral de la vergüenza ajena. Un sentimiento motivado por la decadencia de quienes se empeñan en autoconvencerse de que la frontera administrativa determina la lengua. Fíjense en Olocau del Rey, en pleno Maestrazgo castellonense y único municipio del norte de la provincia en el que se habla castellano. Sería de locos pensar que lo que hablan en Olocau no es lo mismo que lo que hablan en Bordón por estar en diferentes comunidades autónomas. Sería de suicidas intel·lectuales defender que los vecinos de Olocau hablan «modalidades lingüísticas similares al castellano pero de uso predominante en el área septentrional de Castellón». Sin embargo, lo que para el castellano resulta inverosímil, para el catalán es nuestro pan de cada día. Nadie se cuestiona que en Argentina se hable español pese a estar a miles de kilómetros de distancia de nuestro país. Podemos ver películas de Ricardo Darín tan ricamente sin necesidad de subtítulos. Sí que se cuestiona que lo que se habla en Gandesa y en Calaceite, pese a ser vecinos y entenderse a la perfección, es un idioma totalmente diferente. Solo porque cada uno está en una comunidad autónoma. Y solo porque una de ellas se llama Cataluña. No acabo de entender qué mal tenemos hacia los catalanes, si es odio, miedo o rencor. En cualquier caso, el catalán no es su patrimonio exclusivo, es de todos.
El respeto hacia él debe estar por encima de cualquier sentimiento visceral de odio fratricida. Recuerdo a uno de los grandes del valencianismo, Vicent Andrés Estellés. De haber nacido en la Franja, hubiera rematado su trayectoria literaria con aquello de: «Pel nostre lapao, el català de tots».
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