El caso más flagrante es la “fusión” de los dos premios literarios que, hasta el año pasado, el Gobierno de Aragón venía otorgando a la creación literaria en las dos lenguas minoritarias de nuestra comunidad autónoma (“Arnal Cavero” en aragonés, y “Guillem Nicolau” en catalán). En el decreto regulador, ambos premios se funden en un híbrido “Arnal Cavero-Guillem Nicolau”, que, además de ese carácter meramente “honorífico”, elude la posterior edición de las obras premiadas a cargo de la DGA (como venía siendo hasta ahora, igualmente para el “Miguel Labordeta”).
En este caso se trata de adelantar el espíritu de “su” Ley de lenguas, es decir obviar la existencia de dos lenguas minoritarias, fusionando unos premios literarios que las identificaban y dignificaban. De este modo un solo premio va en la línea de una sola lengua (aragonés -septentrional y oriental-) y una sola Academia (esa es la propuesta que va en la Ley): luego vendrá como consecuencia una sola grafía para eliminar la visibilidad del catalán.
Esta acción obedece a los intentos de borrar del mapa la realidad plurilingüe de Aragón y se enmarca dentro de la política cultural del PP-PAR (que a su vez certifica una política general de “tierra quemada”), a la que darán pábulo quienes se presenten al Premio “Arnal Cavero-Guillem Nicolau”, participen como jurado o de cualquier manera lo sustenten.
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