Los aragoneses que viven la Franja hace un año que oficialmente dejaron de hablar catalán. La lengua que utilizan desde entonces, según reza la ley aprobada por las cortes de Aragón, que entró en vigor el 24 de junio de 2013, es la Lengua aragonesa propia del área oriental y la Lengua aragonesa propia de las áreas pirenaica y prepirenaica. Estos circunloquios, usados para referirse administrativamente a las hablas maternas del territorio se popularizarían mediáticamente por sus siglas, el ‘Lapao’ y el ‘Lapapyp’.
Casi un año después, la vida cotidiana en la Franja ha cambiado muy poco. La polémica Ley de Lenguas no se ha desplegado como se anunció, ni se ha creado la Academia que debía redactar una normativa oficial para las dos hablas. Las escuelas han mantenido las clases extraescolares de catalán, las dos lenguas conviven en las tiendas y bares y los alcaldes más combativos son igual de contrarios a la nueva ley que hace 12 meses. En el terreno político, las posiciones están enquistadas entre los partidos favorables y contrarios al texto aprobado en 2013.
Desacuerdo de fondo sobre el mapa lingüístico
La nueva Ley de Lenguas, anunciada ya por Luisa Fernanda Rudi en su discurso de investidura como presidenta del gobierno de Aragón, derogó el texto que el gobierno socialista anterior había aprobado en 2009 y suscitó una fuerte polémica a nivel social, político y académico. Además, eliminó el Consejo Superior de las Lenguas de Aragón, paralizó la creación de las dos academias previstas en la norma anterior -una para el catalán y otra para el aragonés- y anunció la creación de una única Academia Aragonesa de la Lengua, que, hoy todavía no se ha constituido.
La nueva Ley de Lenguas que según el texto pretende “proteger y fomentar las lenguas y modalidades lingüísticas propias de la Comunidad” cuenta con el apoyo del PP, el PAR, Compromiso con Aragón, Ciudadanos y entidades locales anticatalanistas como FACAO, Plataforma No Hablamos Catalán o Amics de Fraga. En la postura contraria, PSOE, Chunta Aragonesista e Izquierda Unida, además de muchos alcaldes de la Franja, lingüistas y entidades culturales defienden que los dialectos de la Franja de Ponent forman parte del catalán noroccidental y del aragonés de transición en los pequeños municipios de los valles de Benasque.
Unos y otros dibujan un mapa lingüístico muy distinto sobre la misma geografía oriental de Aragón, que discurre de forma alargada desde el Pirineo hasta la comunidad Valenciana lindando con tierras catalanas. Unos dicen que se habla catalán y aragonés de transición y los otros aseguran que cada municipio tiene su modalidad dentro del dialecto del aragonés oriental.
Múltiples variedades
Ramon Sistac, profesor de dialectología de la Universitat de Lleida, miembro del Institut d’Estudis Catalans (IEC) y oriundo de Camporrells, un municipio de la comarca aragonesa de La Litera, sostiene que “no existe un catalán propio de la Franja”: “Hablamos catalán noroccidental. Al norte, en los valles del río Èssera e Isàvena encontramos un reducto de pueblos pequeños donde se habla una variedad que está a medio camino entre el catalán y el aragonés. En el Valle de Benasque se habla un aragonés de transición al catalán y en el resto de la Franja se habla el catalán noroccidental”.
“En las comarcas del norte, la Ribagorça y la Llitera, se habla Ribagorzano. En el sur encontramos el habla de la zona del Ebro, conocida como tortosino y en el centro, el Baix Cinca, en poblaciones como Fraga, Saidí o Mequinensa, es una zona de transición, pero básicamente es leridano, arriba con influencia ribagorzana y abajo con influencia del tortosino”, puntualiza Sistac.
Ángel Hernández, fundador y portavoz de la Federación de Asociaciones Culturales del Aragón Oriental (Facao), explica que la Facao comulga con la ley de lenguas aprobada en 2013 que recoge el castellano como lengua oficial en Aragón y asegura que además reconoce y pretende proteger el resto de lenguas de la comunidad. Según los portavoces de la entidad, desde Catalunya se ha pretendido ridiculizar la norma aprobada por las cortes aragonesas simplificando sus “lenguas propias con los acrónimos despectivos ‘Lapao’ y ‘Lapapyp’, que no aparecen recogidos en la ley”. Ángel Hernández explica que la lengua aragonesa tiene dos grandes dialectos, el oriental y el septentrional, dentro de los que se encuentran el chapurreat de la Ribagorça, el patués de Benasque, el fragatí de Fraga o el chapurriao de Teruel, entre otros. La Facao considera que “la futura academia de la lengua aragonesa, que se ha demorado demasiado, será el órgano competente para estudiar cada dialecto y darle el nombre que le corresponde a lo que ahora el texto recoge bajo dos nomenclaturas generales”.
El catalán en las escuelas de la Franja
Según los datos que ofrecía en 2013 Natxo Sorolla, socio-lingüista hijo del Matarranya, miembro de la Xarxa Cruscat del IEC y del CUSC de la Universitat de Barcelona, de los 50.000 habitantes de la Franja, unos 42.000 tienen el catalán como lengua de uso habitual en el ámbito familiar y local. Ramon Sistac añade que “la mayoría de colegios e institutos de la Franja imparten catalán opcional y voluntario fuera del horario lectivo, a petición de las asociaciones de padres y prácticamente el 90% del alumnado estudia catalán”.
Según Sistac, el argumento para estudiar catalán “no responde a una manifestación de identidad sino a un criterio práctico” por la cercanía y relación con municipios cercanos que ya pertenecen a Catalunya. Y en este punto, extremos opuestos de la polémica coinciden. Facao también cree que el estudio de la lengua responde a motivaciones pragmáticas, aunque el portavoz de la entidad, Ángel Hernández, va más allá y acusa a los “pancatalanistas” de usar la lengua “como herramienta de expansión de Catalunya”.
A pesar de la polémica avivada por las entidades proaragonesistas, el alcalde de Fraga –la localidad con mayor peso de la Franja–, Santiago Escándil (PP), apacigua el debate: “Las lenguas sirven para que la gente se entienda hablándolas, no para enfrentarnos y, por eso y entre otras cosas el equipo de gobierno del que formo parte ha hecho lo necesario para que los jóvenes de Fraga acaben la Secundaria con un dominio suficiente del máximo de lenguas posible. Entre ellas, y por razones prácticas, está el catalán”. “Las lenguas son un elemento integrador y enriquecedor y no un elemento diferencial y separador”, añade el alcalde de la capital del Baix Cinca.
Literatura
La Franja también es una zona de gran producción literaria entre los catalanoparlantes. Uno de los novelistas de final de siglo más importantes que ha tenido el catalán fue el ya fallecido Jesús Moncada, hijo de Mequinensa. Otro de los escritores contemporáneos ilustres en los campos de la poesía, el teatro y la novela fue Desideri Lombarte, nacido en la comarca del Matarranya. A estas dos figuras les han seguido autores prolíficos de Saidí como la periodista y biógrafa de Mercè Rodoreda, Mercè Ibarz, el periodista Mario Sasot, el escritor Francesc Serés o el alcalde de Alcampell, payés y escritor Josep Anton Chauvell.
Rechazo a la Ley de Lenguas
Sistac explica que uno de los daños graves de la Ley de Lenguas fue quitarle el nombre a la lengua que usan los parlantes, cosa que además de la burla y la ridiculización ante “un idioma sin nombre”, llevó a decenas de consistorios de la zona a rechazar la norma. El primero en hacerlo fue Alcampell, un municipio aragonés de habla catalana con unos 700 habitantes en la comarca de la Litera y localidad natal de Josep Antoni Duran i Lleida. El secretario general de CiU y portavoz de la federación en el Congreso, aseguró entonces, sentirse orgulloso de la reacción en Alcampell.
Su alcalde, Josep Antón Chauvell, se reafirma, un año después: “Es una ley hecha desde la mala fe, ofensiva y que menosprecia nuestra vida cotidiana”. “Esperamos que en las próximas elecciones el panorama permita derogarla, porque aunque no se esté desplegando, puede ocasionar problemas como que no se exija a los profesores de lengua ningún título de catalán”, añade.
Otra reacción inmediata fue la reunión de treinta alcaldes para ratificar la ‘Declaració de Mequinensa‘ de 1984 en pro de la defensa y de la protección de la lengua materna, que en el caso del catalán aceptaba la gramática catalana con las peculiaridades de cada pueblo y comarca. En 2013, la segunda reunión tenía como objetivo frenar las intenciones del gobierno de Aragón. La Diputación de Lleida pidió de forma institucional que el gobierno de Aragón reculara con la Ley de Lenguas. Además, 63 diputados representantes del PSOE, IU-ICV-CHA, CiU y ERC presentaron en agosto un recurso de inconstitucionalidad contra la ley de lenguas aragonesa.
El futuro de la ley que no se ha desarrollado
El portavoz del Grupo Parlamentario de Chunta Aragonesista (CHA), José Luis Soro, exigía esta semana al Ejecutivo autonómico que constituya la Academia Aragonesa de la Lengua y que publique un mapa de uso histórico de las modalidades lingüísticas minoritarias de la comunidad. La Chunta denuncia que la nueva norma ha sido nula y que por tanto su objetivo no era el de proteger las lenguas minoritarias sino derogar la ley que sí reconocía el aragonés y el catalán.
Por su parte, la portavoz del PAR, María Herrero, ha matizado a LaVanguardia.com su decepción con la lentitud legislativa: “No estoy satisfecha con el desarrollo de la ley pero lo entiendo, porque conozco la realidad y la complejidad del tema ralentiza su despliegue y mucho más la creación de la Academia”. “Además hay que tener en cuenta que la anterior Ley se encontró con la misma dificultad y tampoco llegó a desarrollarse”, sostiene.
Ramon Sistac, desde una visión académica y fruto de la experiencia, lamenta que, en el fondo, el mayor perjudicado en esta historia es el aragonés: “El catalán no necesita ninguna academia porque ya tiene una normativa consolidada, pero el aragonés sí que necesita una”. “Lo más triste de todo esto es que para hacer daño al catalán también están dañando el aragonés, y ésta es una forma extraña de entender el patriotismo”.
A punto de cumplir el primer aniversario, unos y otros se muestran insatisfechos con una ley que parece estar en espera de los próximos acontecimientos electorales. Si los actuales partidos del gobierno revalidan su mayoría, han prometido que acabarán de despegarla. Pero si gana la oposición, ya han advertido que la norma será sustituida por un nuevo texto contrario al vigente.