La localidad pirenaica de Artieda (Chacetania) acogió el pasado fin de semana la quinta edición de las jornadas Esfendemos a Tierra (Defendemos la Tierra), organizadas por la izquierda independentista aragonesa articulada en el Bloque Independentista de Cuchas (Bloque Independentista de Izquierdas, BIC) y el Ayuntamiento y la juventud artiedana.
Artieda se ha convertido en un referente de la lucha contra los macroembalses en Aragón y en el Pirineo. Su supervivencia como localidad está amenazada por el recrecimiento del pantano de Esa, cuya presa está en Nafarroa pero anega tierras aragonesas. Los planes para aumentar la capacidad del pantano han recibido un nuevo impulso desde la llegada del PP al Gobierno español. No hay que olvidar que el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, fue uno de los impulsores durante el Gobierno de José María Aznar del denominado Plan Hidrográfico Nacional (PHN), que pretendía llevar el agua del Pirineo hasta el País Valencià y Murcia para impulsar una agricultura no sostenible y despilfarradora y un modelo turístico depredador y caduco basado en campos de golf.
En abril de este año, los vecinos de Artieda volvieron a concentrarse, una vez más, a la entrada del pueblo para impedir que los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) firmaran actas de expropiación de terrenos agrícolas para comenzar las obras de una nueva carretera hasta Sos d’O Rei Catolico que sustituirá a la actual, que quedaría anegada por las aguas según el proyecto de recrecimiento. Las casas de Artieda no quedarían inundadas, pero la localidad perdería la práctica totalidad de sus tierras de cultivo, dejando a sus habitantes sin medio de vida.
Las actas de expropiación se quedaron sin firmar, pero la CHE procedió a quedarse con las tierras mediante la expropiación forzosa. «Al día siguiente comenzaron ya con las obras», cuentan los vecinos de Artieda. Ahora, junto al desvío de la carretera que conduce a Artieda desde la que une Iruñea y Chaca pueden verse grandes pilares que sostendrán la futura carretera. Todo un contraste con el viejo puente de la vieja carretera, que muestra con sus baches la falta de inversión crónica en las comarcas pirenaicas.
El de Esa es uno más de los proyectos de embalses sin sentido que se están llevando a cabo en Aragón. Durante las jornadas Esfendemos A Tierra, se reconoció la labor de la asociación Jalón Vivo, que lucha contra la construcción del embalse de Mularroya. Situado en el río Gríu, un afluente del Xalón (nacido en el Sistema Ibérico) que permanece seco en la mayor parte del año, el pantano de Mularroya necesitará un trasvase para poder llenar el embalse.
De este modo, se producirá una seria afección ambiental en el río Xalón, que actualmente está sobreexplotado, de donde se trasvasará el agua hasta el Gríu. Todo ello con una dudosa rentabilidad económica, como demostró en el caso de Itoitz el informe que elaboró la profesora de la Universidad de Zaragoza Charo Brinquis. El actual modelo agrícola no puede hacer frente a las exigencias financieras que requieren este tipo de macroinfrastructuras y el aumento de producción no compensa los costes.
Otro de los pilares de la lucha del independentismo aragonés, junto a la defensa del territorio, es la defensa de las lenguas. Además del castellano, en Aragón se hablan aragonés y catalán (en las comarcas orientales del país), pero ninguno de estos idiomas tiene reconocimiento oficial. El aragonés es una de las lenguas que corren un mayor peligro de desaparecer, según advierte la Unesco en sus informes.
Desde 2009, existía una ley de uso y protección de las lenguas de Aragón (aprobada en las Cortes por PSOE y CHA -nacionalismo progresista que concurrió junto a IU en las elecciones españolas-) que establecía una mínima protección en las comarcas donde se habla aragonés y catalán.
Pero el Gobierno aragonés de Luisa Fernanda Rudi (PP y PAR -regionalismo españolista derechista-) ha dejado sin efecto esta ley. La consejera de Educación y Cultura, Dolores Serrat, llegó a negar la existencia del catalán en las comarcas orientales aragonesas (Matarranya, Baix Cinca, Llitera, Ribagorça, Baix Aragó i Baix Aragó-Casp), señalando que en esta zona se hablaba «aragonés oriental», una denominación que erizó los cabellos de la comunidad científica. El españolismo aragonés arremetía directamente contra el plurilingüismo del país, imponiendo el castellano como lengua única.
Curiosamente, Serrat nació en Ripoll (en la provincia de Girona) y es catalanoparlante según demostró ella misma durante una visita a Calaceit (Matarra-nya). «Jo sóc catalanoparlant. Jo parlo català (Soy catalanoparlante. Hablo catalán), respondió Serrat a las críticas del teniente alcalde, Paulí Fontoba (ERC-L’Entesa per Calaceit), según recoge la web lacomarca.net.
«Desde que en 1982 se aprobó el primer Estatuto de Autonomía de Aragón, no se ha hecho nada por reconocer lo que es normal en cualquier extremo del Estado español y lo que dice el artículo número 2 de la Declaración de Derechos Humanos, que ningún ser humano puede ser discriminado por razón de su lengua. Ni aragonés ni catalán son lenguas oficiales en nuestro país, o sea, el mínimo que puede esperar una lengua para poder diseñar el futuro con dignidad e intentar salvarse», destacó Puyalón de Cuchas, formación política integrada en el BIC.
Puyalón de Cuchas celebró en junio su segunda Asambleya Nazional, destacando que «la crisis internacional del capitalismo (o el mayor robo organizado de la historia), la ofensiva recentralizadora españolista, el brutal ataque neoliberal a los derechos sociales y laborales, la amenazas contra nuestros espacios naturales, el colonialista desprecio a nuestras leyes, nuestras lenguas y nuestra cultura, toda la coyuntura internacional y nacional nos llevan a una conclusión: vivimos el mayor repunte de la lucha de clases y vamos perdiendo».
En setiembre se celebrará la segunda sesión de la Asambleya Nazional de Puyalón de Cuchas, en la que la formación se ha marcado el reto de extender su presencia en el país para construir «un nuevo Aragón, más soberano, antipatriarcal, anticolonial y anticapitalista».