Sin embargo, ya ha habido declaraciones de algunos cachorros suyos que exhalan el inconfundible tufillo del Carajillo Party. Como muestra, basta un botón: en Aragón, la presidenta Luisa Fernanda Rudi dice que va a cambiar algunos aspectos de la ley de lenguas que hizo aprobar el PSOE porque se impusieron a los demás partidos sin buscar el consenso. Parece sensato: una ley de lenguas aprobada por los pelos no puede salir bien. Pero esto es una cosa y otra que un alto cargo de su Gobierno, que deberá aplicar la ley reformada, afirme en su twitter, tras dedicar algunos exabruptos a la fabla, que “en Aragón no se habla catalán”. Mal empezamos: yo entendería que este señor expresase su irritación con algunos mapas desafortunados en los que la franja oriental de Aragón de habla catalana se incluye directamente en Cataluña -más o menos como hacía Hitler con los Sudetes-, pero que se obstine en afirmar que el caballo blanco de Santiago es negro resulta inútil y, a la larga, contraproducente. Me pregunto dónde se esconderá si los hados determinan la necesidad de un pacto electoral entre Mariano Rajoy y Artur Mas dentro de algunas semanas.
Y aunque no fuese así, no se puede basar la acción de Gobierno en una falsedad. Por supuesto que el catalán es una de las lenguas de Aragón, les guste o no, y habrá que obrar en consecuencia. Se trata simplemente de respetar el criterio de las universidades, por la misma razón que para arreglar el coche recabarían la opinión del mecánico y no la de su primo oficinista. Pero el miedo a perder votos suele ser mal consejero y lo más fácil es nadar a favor de una corriente que en Aragón, y no solo allí, estigmatiza todo lo diferente. Una actitud cautelosa de este tipo tal vez explique por qué cierto municipio del Pirineo aragonés gobernado por el PP con el apoyo del PSOE (el de la España plural, ¿se acuerdan?) se quiere cargar un instituto de lenguas peninsulares avalado por las universidades españolas y aprobado unánimemente por la Corporación anterior. ¿Temen que declare que en Aragón se habla catalán? O, peor aún: ¿les preocupa que en la enésima polémica sobre la inmersión lingüística en Cataluña, que acaba de estallar, dicho organismo se pronuncie a favor de la misma?
He aquí otro tema en el que el PP, y a veces hasta el PSOE, coquetean con las posiciones radicales. Soy de los que piensan que una lengua que es el idioma materno de casi la mitad de la población catalana no puede ser tratada como “extranjera”, pero de esto a suponer que los idiomas minoritarios conseguirán resistir el avance de la lengua mayoritaria con estrictos equilibrios bilingües media un abismo.
Ángel López García-Molins es catedrático de Teoría de los Lenguajes de la Universidad de Valencia y ganó el Premio Anagrama de Ensayo en 1985.