La excesiva benevolencia del cervecero
Hay en la blogosfera española un señor que dice ser liberal y que al parecer me ha cogido mucha manía. Tanta como para dedicar dos artículos a descalificar a Desiertos Lejanos –y a un servidor en particular— y anunciar un tercero.
Este señor, como puede colegirse fácilmente, es un conspiracionista. Es decir, alguien que comulga con las patrañas que pergeñan Luis del Pino, Casimiro García Abadillo y Fernando Múgica, a las órdenes de Federico Jiménez Losantos y de Pedro J. Ramírez; este señor, según todas las apariencias, cree que estos “periodistas” son el no va más del escepticismo y el rigor intelectual, y que sus “investigaciones” dan luz sobre una instrucción que, si no fuese por ellos, se hundiría para siempre en las mentiras de la “versión oficial”.
Cómo una persona de inteligencia media puede creerse los cuentos de los conspiracionistas es algo que escapa a mi comprensión. Estos señores están dispuestos a aceptar, por ejemplo, que doscientos policías no vieron lo que creyeron ver en Leganés. Son capaces de afirmar que una veintena de testimonios distintos de agentes, muchos de ellos de cuerpos de elite, mienten o han sido engañados. Son capaces de afirmar que una persona de la que no existe la menor huella física asesinó a siete individuos, hizo creer a esos doscientos policías que estaban vivos durante varias horas, y después burló dos cercos policiales para desaparecer sin dejar rastro. Las soluciones tecnológicas que proponen algunos de los conspiracionistas más radicales para explicar cómo se puede lograr esto, desde altavoces dentro del piso para imitar las voces de los muertos hasta misiles disparados desde fuera para explicar la explosión, moverían a risa si no se discutieran con tanta seriedad.
Como digo siempre, tal historia sería rechazada por los guionistas deLos Cuatro Fantásticos en Misión Imposible a fuer de inverosímil, pero los conspiracionistas comulgan con ésta y parecidas ruedas de molino…. sin tener la menor prueba. Enfatizo esto siempre porque es importante para determinar el grado de convencimiento fanático del conspiracionista: SIN TENER LA MENOR PRUEBA. De ese presunto asesino, como he dicho, no existe la menor huella física ni el más mínimo testimonio. Lo cual no impide que cientos o miles de personas estén persuadidas de su existencia.
Todo esto, repito, sería risible si sólo fuera creído por los lunáticos de costumbre, los que creen que un avión no se estrelló contra el Pentágono, que hay una conspiración judía cuyo objetivo es dominar el mundo, o que los gobiernos nos ocultan las abducciones que practican los extraterrestres.
Pero cuando empieza a preocupar el tema es cuando personas aparentemente racionales suscriben estas tesis, por la simple razón de que son políticamente consoladoras para ellos.
Es el caso de este señor obsesionado por Desiertos Lejanos y por un humilde servidor, alguien que, a todas luces, se siente tan profundamente amenazado por nuestras ideas y argumentos que tiene la imperiosa necesidad –casi diría un imperativo psicológico—de convencerse a sí mismo y a su claque de que no tenemos razón porque somos malvados manipuladores a quienes no interesa conocer la verdad. Esto, por supuesto, es un ad hominem como el planeta Júpiter, y por tanto una enorme falacia, pero esto no parece preocupar al señor de marras, que repite tales argumentos una y otra vez.
En ninguno de los dos artículos escritos hasta ahora por este señor, que se hace llamar Huber y a su bitácora La Benevolencia del Cervecero, existe la menor pretensión de una refutación a alguno de nuestros argumentos en Desiertos Lejanos. No dice “se equivocan cuando afirman X porque…” o “es falaz el razonamiento en que…” Nunca lo hace. Lo que cita de nuestra bitácora son su lema y la declaración de principios. Nunca un solo artículo, un solo argumento. Y es que según parece los argumentos, a Huber, le tienen sin cuidado.
Él ya tiene su opinión formada, bendito sea. ¿Para qué perder el tiempo leyendo y pensando refutaciones cuando todo esto se puede resolver con la cómoda y orwelliana consigna de four legs good, two legs bad, con el maniqueo pensamiento binario? Lo bueno de los prejuicios es que ahorran la molesta costumbre de pensar.
En todo caso, el último ejercicio de Huber ha sido de tal deshonestidad intelectual que le he respondido en su propia bitácora en términos bastante duros; su reacción, evidentemente, ha sido “banearme”, según dice él en su horrible castellano (¿qué titánico esfuerzo intelectual requiere escribir la palabra “expulsar” o alguno de sus sinónimos españoles?).
Es por ello que he decidido contestarle desde aquí, cumpliendo además con ello el protocolo normal entre bitácoras. Comencemos.
Dice Huber (parece no tener URLs individualizados, buscar el artículo “Trampas de Arena):
Dos apuntes my rápidos y prometo dedicar un nuevo post a los “conspiranoicos”, es decir a Luis Fernando Arean, “cuyo nombre es legión”, cuya paranoia particular consiste en descubrir conspiraciones debajo de las piedras ignorando, mejor, promocionando con rubalcábico impudor una espesa conspiración de silencio, qué es la única que nos debe asustar.
¿Por qué ese epíteto épico de “cuyo nombre es legión”? Pues porque el señor Huber ha llegado a la conclusión de que un servidor ha escrito con varios motes en su bitácora. En efecto, este señor dice que Su y yo somos la misma persona. Su “poderoso” argumento es que una vez escribí un mensaje con el nombre de Su (que estaba firmada en Blogger), al darme cuenta lo borré y luego lo escribí con mi nombre.
Vemos, en todo su esplendor, la apoteosis del pensamiento conspiracionista: haciendo afirmaciones sin pruebas, basadas exclusivamente en la suspicacia personal, calumniosas y evidentemente falsas para cualquiera que nos conozca. Empieza bien el señor Huber, archivando el rigor intelectual en el armario. Si es que alguna vez lo ha tenido.
Luego, por supuesto, comienzan las descalificaciones con una asombrosa inversión de papeles. Me acusa a mí de paranoico y de intentar descubrir conspiraciones. Mi asombro no tiene límites. ¿Qué conspiraciones cree el señor Huber que intento descubrir? No lo dice. Y no lo dice porque no puede, porque ¡es exactamente al contrario! Los que postulan conspiraciones son ellos. Yo me limito a demostrar que sus argumentos para postularlas son inválidos. Si usted no se ha dado cuenta de esta obviedad, señor Huber, me voy a ver obligado a comenzar a dudar muy seriamente de su capacidad de comprensión lectora.
A renglón seguido, me acusa de promocionar una conspiración de silencio. Esto ya borda el ridículo. ¿Cómo se promociona una conspiración de silencio hablando del tema de marras? Además, ¿cómo se puede hablar de silencio en una sociedad abierta, en la que las instrucciones son públicas en cuanto se cierra el sumario, y todos los procesos judiciales posteriores también? Huber se ha equivocado de país. Por alguna extraña alucinación cree que vive en Corea del Norte.
Esto por no hablar de otro de sus epítetos. Según Huber tengo “rubalcábico impudor”. Confieso que la definición me ha aterrado al punto de marcharme inmediatamente a Urgencias. Le he espetado al médico: “Doctor, dicen que tengo rubalcábico impudor, ¿es grave?” El facultativo me miró muy serio y dijo: “lo será cuando ese adjetivo aparezca en el diccionario. Usted ha sido víctima de algo que se llama “culpa por asociación”.
Por supuesto, me dije yo, y es una de las formas más viejas y pueriles del ad hominem. Al parecer, en los círculos de gigantes intelectuales en los que se mueve el señor Huber, insinuar que alguien comparte alguna característica con el ministro del Interior es un argumento contundente para concluir taxativamente que se equivoca.
Desgraciadamente, amigo Huber, no es así. Preste atención, será un placer para mí contribuir a su formación intelectual. Mire usted. Elargumentum ad hominem es lo que se conoce como una falacia no formal, un vicio que convierte su razonamiento en inválido. Lo de no formal no es tan importante, sólo quiere decir que el vicio de su argumento es semántico más que sintáctico, pero se lo digo para que lo sepa.
En todo caso, lo importante es que usted, en vez de discutir mis argumentos, se dedica a discutir mi persona y sus “impudores”. Pero hombre, ¿no se da cuenta de que aunque yo fuera el mismísimo Adolf Hitler, si digo que 2+2=4 tengo razón? La validez de un argumento NO depende de quien lo formula. Y es por ello que usted yerra por completo. Porque absolutamente todo lo que usted dice en contra nuestra (y en contra mía en particular) son ad hominems. Por lo demás, le aseguro, mi persona es bastante poco interesante salvo para mis seres queridos. Yo le recomendaría que, en este punto álgido de su carrera intelectual, decidiera usted lo que quiere hacer con su vida:
O bien su fascinación insana por las personas le lleva a convertirse en el comentarista estrella de Salsa Rosa o bien se olvida de sus prejuicios y comienza a debatir de forma intelectualmente rigurosa. Usted decide.
Continuemos.
A finales de Mayo escribí un post denunciando la hipocresía de un nuevo blog cuyo leitmotif es propinar el remoquete de “conspiranoico” a cualquiera que no comulgue con la tésis oficial del socialismo: “el 11 M fué obra de los camellitos de Lavapies, que actuaron sólos y después se suicidaron en Leganés”. Punto pelota.
Además de las tildes mal puestas, este párrafo es absolutamente asombroso. “La tésis (sic) oficial del socialismo”, dice. Evidentemente, estamos ante otro ad hominem: como lo dicen los socialistas, seguro que es falso.
Pues este señor tendrá ahora que denunciar a la teoría de la relatividad como falsa, porque Einstein era un conocido “progre”, y según su tesis (sin tilde) los progres nunca dicen la verdad.
Qué majadería. La verdad de las afirmaciones sobre la realidad, señor Huber, no depende de la ideología de quien las formula. Pensar que lo hace es de una cortedad intelectual absolutamente asombrosa. Si quiere atacar a la “tésis (sic) oficial”, diga por qué es falsa, argumente por qué es falsa.
Porque seguro que la razón de que sea falsa, si lo es, no es que sea la tésis (sic) del “socialismo”. Yo sé que a usted le da mucha rabia que estos señores tengan razón esta vez y usted no, pero eso no va a cambiar la realidad, que es órdenes de magnitud más testaruda que cualquier “bloguero”. Siento tener que ser yo quien se lo informe.
Pero además es que la tramposa calificación es delirante. George W. Bush habló hace poco, en su discurso del Estado de la Nación, de los atentados de Madrid atribuyéndolos al terrorismo islamista. ¿Será Bush socialista? Scotland Yard ha establecido paralelos de autoría entre el 7-J y el 11-m. ¿Será Scotland Yard socialista? ¿Fox News es socialista? ¿El Wall St. Journal? Qué majadería.
Esto por no hablar de sus “amables” calificaciones. El señor Huber cree que somos hipócritas. ¿Por qué? ¿Por plantear nuestros argumentos? ¿Es así como piensa un “liberal”? ¿No se supone que el liberalismo, hijo de la Ilustración, medra en lo que se ha dado en llamar el libre mercado de las ideas? Pues no, el señor Huber está histérico porque hemos abierto un chiringuito en la esquina. El señor Huber no cree en el libre mercado de las ideas. El señor Huber preferiría que no existiéramos y de esa forma se impusiera la unanimidad de las ideas que a él le gustan. El señor Huber presenta una profunda reacción alérgica a la discrepancia. El señor Huber, en definitiva, de liberal tiene lo que yo de campeón del Tour. Por no hablar que incurre en otra conocida falacia, el juicio de intenciones.
Si Luis del Pino, Fernándo Mújica o Casimiro García Abadillo se atreven a disentir es porque promueven oscuros intereses.
Tercera falacia: el hombre de paja, atribuir al adversario afirmaciones que no ha hecho.
Si descubren agujeros en la investigación por los que cabrían dos caravanas de la muerte y varios porteros aleccionados por Rubalcaba antes de prestar declaración en sede parlamentaria del bracete de varios perjuros eso importa poco.
No, hombre, claro que importa. Lo que pasa es que no han demostrado nada porque, lamento informarle, para afirmar algo sobre la realidad se necesitan unos curiosos animalitos llamados pruebas. Se lo deletreo para que lo entienda: P-R-U-E-B-A-S.
La razón de que ni Bush ni Scotland Yard ni Fox News les hagan caso a los conspiracionistas, la razón de que el juez tampoco les haga caso y que los tribunales no les harán caso nunca, es la ausencia de esos animalitos.
Luis Fernando Areán, cuyo nombre es legión, me espeta los últimos artículos que sobre el asunto ha escrito Manel Gozalbo, director de Hispalibertas y entiende que “la plana mayor de Hispalibertas” está con él.
En efecto, eso entiendo. Entiendo que tanto David Millán como Manel Gozalbo han adoptado una postura firmemente anticonspiracionista, de lo cual me congratulo. Si usted considera que ellos no son la plana mayor de Hispalibertas, pues bueno…
Permítame hacer un juicio de intenciones. Gozalbo y Millán son liberales de verdad. De los que creen firmemente en los principios liberales. Y al menos Gozalbo, me parece, está preocupado porque ve que amplios sectores del liberalismo español caen en la doble trampa de Losantos y del conspiracionismo.
Creo que está preocupado, en primerísimo lugar, por un compromiso ético. Y ello habla muy bien de él. No puedo descartar que se dé cuenta, lúcido como es, de que los defensores del conspiracionismo tarde o temprano caerán en el más profundo desprestigio intelectual, y que intente evitar que el liberalismo español lleve por años ese baldón.
Los artículos, Luisfer, aunque sean tan brillantes cono los de Manel, son la opinión de su autor.
Sin lugar a la menor duda. Eso no quita que yo considere al director de un diario “su plana mayor”
Estaba en Argelia cuando Manel comenzó a publicar sus artículos y no he podido hacer de los mismos sino una lectura diagonal.
Ah. Supongo que eso quiere decir que no ha llegado a esta parte delartículo de Gozalbo:
Me ha tocado el mochuelo: desacreditar el trabajo de Luis del Pino (LdP), como si fuera necesario. Mostrar la inconsecuencia de una conspiranoia, como si hiciese falta. Contar las pulgas de un perro flaco, guau, guau. Ya otros han señalado bastantes agujeros negros del conspiranoico titular de LD, entre ellos los blogueros de desiertoslejanos.com, que en realidad están pagados —o comisionados para ello— por Moraleda (según FJL, claro), de modo que procuraré no repetir ni solapar. Tampoco será tan difícil mostrar inconsistencias inéditas, porque lo de Luis del Pino no hay por dónde cogerlo
Es el primer párrafo del artículo. A otro perro con esa peregrina y deshonesta excusa, por favor, señor Huber. Es absolutamente ridícula. Como puede ver, desde la primera línea queda clara la opinión que a Gozalbo merece el conspiracionismo.
Por lo que llevo leido, empero, no veo contradicción alguna entre lo que dice Manel y lo que digo yo.
Llegamos al punto en el que el señor Huber comienza a mentir descaradamente. No es posible que no se dé cuenta de la profundísima discrepancia entre Gozalbo y él. Yo creo que no necesito citar más a Gozalbo para demostrar qué piensa de la “conspiranoia” (el término lo emplea él, que conste).
Huber dice, en cambio:
Naturalmente se les escapa que los escépticos son precisamente Luis del Pino, Fernándo Mújica y Casimiro García Abadillo que han señalado los multiples agujeros existentes en la instrucción judicial, las mentiras que se dijeron…
Y dice también:
el Blog de Luis del Pino, que se han dedicado a estudiar con evidente rigor intelectual, el 11-M.
Ojo, evidente rigor intelectual. Obviamente, una opinión idéntica a “lo de Luis del Pino no hay por dónde cogerlo”. Yeah, right.
Por si fuera poco, el propio Gozalbo aclara que hay discrepancia en un comentario al artículo de Huber:
Te confirmo que esos artículos reflejan mi opinión, y que tú o cualquier colaborador de HL sois muy libres de discrepar.
Ninguna contradicción, qué razón lleva, señor Huber. Quede esto como constancia y testimonio de su profunda deshonestidad intelectual.
Pero con que esta deshonestidad intelectual de no reconocer las obvias discrepancias entre él y Gozalbo, y las obvias coincidencias que en este tema tiene éste con nosotros, sea muy grave, a mí me parece que palidece ante el escandoloso doble rasero con el que Huber trata a unas opiniones y otras. A nosotros nos ha llamado de todo. Tramposos, creyentes hasta la abyección, la navaja de Ockham en manos de Curro Jiménez, hipócritas. A Gozalbo, que explícitamente manifiesta su acuerdo con nosotros (véase cómo habla de Desiertos Lejanos en la cita de arriba), ni una palabra de reproche. Por encima de la deshonestidad intelectual y el descarado embuste, taras morales de cierta consideración, diría yo.
Otra perla:
No entro al fondo del asunto.
Traducción para incautos 1: No tengo ni nunca he tenido la más mínima idea de lo que se discute.
Traducción para incautos 2: No encuentro forma de rebatir a mis adversarios
Ahora bien, es increíble que alguien se atreva a acusarnos de hipocresía y de todos los rastreros epítetos que el señor Huber nos ha reservado sin entrar al fondo del asunto. Tal vez el señor Huber lo ignore, pero es en el fondo del asunto donde se dilucidan asuntos tan triviales como la verdad de las afirmaciones. No entrar al fondo del asunto significa hacer juicios superficiales, desinformados, viscerales, preconcebidos. En una palabra, significa no tener idea de lo que significa el rigor intelectual.
Me limito a constatar que es posible, sólo posible que haya un grano de verdad en lo que dicen LdP y otros.
Otra mentira como la copa de un pino, perdonando la expresión. Es absolutamente falso que Huber se “limite a constatar que es posible, sólo posible bla, bla bla”. El Sr. Huber tiene opiniones MUY enfáticas al respecto. Sin, por supuesto, contar con pruebas. Veámoslas.
En su artículo anterior Huber nos dice que sus admirados “periodistas”…
han señalado los multiples agujeros existentes en la instrucción judicial, las mentiras que se dijeron, empezando por el primer testigo, el Portero automático de Rubalcaba, en la Comisión Parlamentaria,
O sea, que no es “sólo posible”. Huber da por hecho que hay “multiples (sic) agujeros en la instrucción” y que se dijeron mentiras, y que en particular un pobre portero es un mentiroso. Todo ello sin pruebas, porque para demostrar una mentira hay que demostrar que el que la dijo lo hizo a sabiendas, pero eso no es lo importante. Lo importante es la forma como en el lapso de pocas semanas Huber cambia sin el menor rubor de hacer afirmaciones taxativas a decir que es “sólo posible que haya un grano de verdad”. Qué deshonestidad intelectual.
Sigamos. Hablando con sarcasmo, Huber continúa en el mismo artículo:
No hubo intervención de Huarte. Nadie del PSOE sabía nada. Ningún miembro de los servicios secretos de ningún país tuvo nada que ver. Dezcallar no fue premiado y enviado a Roma…
Todo esto añadido a su furiosa reacción en contra de quienes tenemos la osadía de impugnar (con argumentos, no lo olvidemos, no con insultos como Huber) a sus héroes.
Como vemos, el señor Huber es un prodigio de objetividad, se limita a constatar que es “sólo posible”. La palabra que define en este momento al señor Huber fue la que causó que me expulsara de su bitácora. No tengo que deletrearla: todos los que lean esto la tienen ya en la mente.
Llegados a este punto es cosa de preguntarse, ¿realmente se lo creen? Hay algo que no entiendo de estos conspiracionistas. Si están tan seguros de lo que dicen, es evidente que para ellos un juez debería ver las cosas tan claras como las ven ellos. ¿Por qué entonces no denuncian? ¿Por qué se quedan pergeñando sus teorías en la blogosfera, en vez de usar las herramientas del Estado de Derecho contra los malvados? ¿No se dan cuenta de que su responsabilidad como ciudadanos es denunciar esos terribles crímenes, no permitiendo que los culpables se vayan sin castigo? ¿Vivirán toda su vida con la horrible sensación de haber sido culpables por encubrimiento? O es que en su fuero íntimo…
Hay cosas muy extrañas en la investigación y un repentino y sospechoso interés en que no se investigue.
Vaya absurdo. Del Olmo ha llevado a cabo la investigación más grande de la historia de España, durante dos años. Ha acumulado un sumario con decenas de miles de páginas. Eso, para el señor Huber, es “no investigar”. Claro, porque lo que él quisiera es que la investigación confirme sus prejuicios. No quiere saber: quiere que la realidad se avenga a sus deseos. Y como eso no va a pasar nunca, entonces el problema es que la investigación es incorrecta.
Huber me recuerda a aquel rey danés de Inglaterra, Canuto, que intentó ordenar a la marea que no subiera…
Areán, cuyo nombre es legión, puede pretender que se cierre el caso, puede pedir que encierren a Del Pino y que cierren Libertad Digital.
Este hombre de paja ya es del tamaño de la galaxia de Andrómeda. Señor Huber, le escrituro mi casa con todos los gastos pagados si usted cita dónde he pedido que se encierre a Del Pino y cierren Libertad Digital. Y sin en una semana no lo logra, le exigiré una disculpa.
Lo que me molesta, lo que me indigna, lo que denuncio es que pretenda hacerlo en nombre de la Verdad y subido al plinto de la superioridad moral.
Vaya por Dios. Lo que le molesta es que defendamos lo que, a nuestro leal saber y entender, es la verdad. Eso es lo que nos vuelve repugnantes, hipócritas, malvados, a sus ojos. Si es que somos torpes. No sabíamos que la Verdad (con mayúscula) es de la exclusiva propiedad del sr. Huber y sus amigos, y que intentar acceder a ella sin su permiso es un crimen. En cuanto a la superioridad moral, eso se lo inventa él. Nosotros sólo decimos que creemos tener un compromiso ético. Si a Huber le molesta que la gente actúe de acuerdo con sus principios éticos, si ve necesario descalificarla y considerar a todo el que discrepa de su Sagrada Doctrina como un demonio con cuennos y rabo para dormir mejor por las noches, ése es su problema, no el nuestro.
Gabilondismo casi sin mezcla.
Otro ad hominem cum culpa por asociación al final. No podía faltar. Es el argumento de los que no tienen argumentos, parafraseando a Marguerite Yourcenar. Y es que este señor no soporta que un “progre” tenga razón en algo. Pues ya le digo, vaya preparando sus argumentos contra la teoría de la relatividad.
Señor Huber, si me permite un ad hominem a mi vez (creo que me debe varios), permítame decirle que, a mi juicio, usted ha abusado en demasía de la beneveloncia del cervecero. Hágaselo mirar.