Curiosamente a mí lo que más me indigna es lo de los titiriteros. El Estado subvenciona, siempre con nuestro dinero, el cine que quiere, el arte que le place, el teatro que le conviene. Una alianza diabólica de grupos de poder enquistados en el cuerpo social español impide la toma de las medidas económicas que España precisa para salir de la crisis: sindicalistas, nacionalistas, titiriteros, oligarquías financieras, la casta político-autonómica”. El autor de estas líneas es el flamante director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Humberto Vadillo, conocido por sus colaboraciones en libertad digital y sus artículos críticos contra “la casta política”, la administración autonómica y los socialistas. El será el próximo interlocutor de esos titiriteros.
A sus 42 años, esta promesa del PP aragonés, con predicamento entre los nuevos ideólogos culturales de la derecha española que reinventan la historia, ha plasmado en sus escritos digitales un ideario no exento de polémica y que ha hecho que en algunos foros se cuestione su nombramiento.
Vadillo, que fue aspirante en su día a liderar las Nuevas Generaciones, licenciado en Marketing International por la Arnhem Business School, de Holanda y en Derecho por la Universidad de Zaragoza, ha sido repescado para el nuevo gobierno popular. Afortunadamente para él, cursó el BUP en lugar de la LOGSE, de la que dice en una carta a un supuesto indignado: “La LOGSE alcanzó el viejo sueño socialista, acariciado desde el krausismo, de extirpar a un tiempo mérito y conocimiento del sistema educativo para substituirlos por una suerte de estabulización en valores y pasta flora. No sabes, no podrás saber lo que te han robado. Vital, cultural, profesionalmente”.
El panorama atroz que supone la LOGSE para Vadillo no es inferior al que suponen las aportaciones recibidas desde Francia, el país de la Ilustración pero también el “que ya antes nos envió la sífilis”. Claro que no solo Francia supone un peligro para España. También lo es el nacionalismo catalán que, a su juicio, “debe ser atajado y pronto. Y no solo por si mismo, sino por el efecto de contagio que tiene sobre otras partes de España”. Afortunadamente, no llega a tanto como un amigo suyo “de casi insoportable brillantez e insobornable independencia” que aboga por la expulsión de Cataluña “para garantizar, precisamente, la supervivencia de España”.
Porque los riesgos que corre el país son graves. Actualmente, “el sistema institucional español se ha visto enriquecido por la aparición de una nueva cámara: el Soviet de Sol”. Para Vadillo, las acampadas del 15-M tienen el “respaldo emocional” de Zapatero. Aunque Zapatero ya no es el objetivo principal del nuevo director general. Sus mayores críticas ahora se vierten hacia Rubalcaba, que a sus 63 años está en “la flor de la vida”.
Ahora formará parte de un gobierno compuesto por muchos miembros que rondan esa edad. Pero Rubalcaba es junto al “combo constitucida” de Pascual Sala, magistrado del Tribunal Constitucional, responsable de la entrada de “los asesinos de Miguel Ángel Blanco” en las instituciones. Rubalcaba es también quien ha montado según su opinión un estado policial encaminado a controlar a todo aquel que no piense como el Gobierno socialista. Un gobierno que controla al 95% de los medios, según Vadillo, y que tiene periodistas protegidos en determinados medios de comunicación. El nuevo director general cree que no tienen “gracia pero tampoco trascendencia” los comentarios homófobos vertidos el pasado mes de febrero por un presentador televisivo contra una candidata socialista transexual.
Para Vadillo, “la historia de España cuenta con pocos episodios tan deplorables como el de la II República”. Según asegura, “lo único que verdaderamente promovió la República fue el enfrentamiento entre españoles. A partir de 1934 la izquierda comenzó a impulsar un enfrentamiento civil convencida de ganarlo para instaurar un estado socialista y revolucionario”. Una guerra civil y los 40 años de paz franquistas evitaron ese supuesto estado diabólico.
Una República que se santifica a partir de 1939. “Articular una oposición ideológica, cultural y electoral al socialismo pasa en España por trenzar tres componentes heterogéneos: España, liberalismo y catolicismo. La función del mito republicano consiste en prohibir a la derecha española el uso de dos de esos hilos. En la mayoría de los casos ya se encarga ella sola de renunciar al liberalismo”, indica.
En una muestra de sus conocimientos lingüísticos, en el 2009 desmentía que en Aragón se hablara aragonés y catalán. “La “fabla aragonesa es una lengua frankenstein toda llena de costurones e hilvanes que nadie ha hablado nunca como lengua madre. Es el resultado de un paciente trabajo filológico y mucho pegamento Imedio”. Y el otro idioma que se habla es el chapurriau “evidentemente distinto, ya en primera escucha, tanto del catalán como del valenciano a los que según algunos filólogos antecede”. Critica que el PAR guarde silencio sobre esta ley ” para no poner en peligro puesto, sinecura y coche oficial” y salvaguardar a Marcelino Iglesias “Marcelino 100% Ovino”, a pesar de que la Ley de Lenguas “abre anchurosa vía al pancatalanismo rampante al que se invita a café y bollitos y ya de paso, a que pase la noche”. También critica al PAR (que tiene 15 directores generales con el PP) por defender unos “derechos históricos” que en parte también se recogen en el acuerdo de gobernabilidad y a CHA, por ser “primos de ERC”.
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