La Franja

Un libro de la ESO rescata el despectivo ‘chapurriau’ en Aragón

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El Institut Aragonès del Català afirma que es una denominación que habría que «desterrar» y que «atenta contra la legislación autonómica» en la materia

Venta de libros escolares en una librería de la capital aragonesa. | EL PERIÓDICO

Venta de libros escolares en una librería de la capital aragonesa. | EL PERIÓDICO

David Chic

Los alumnos aragoneses de 3º de ESO van a estudiar este año, si usan los libros de texto de la editorial valenciana Vicens Vives, que el término despectivo chapurriau ha sido reivindicado «por su propia singularidad científica», algo completamente ajeno a la realidad filológica, según denuncian desde el Institut Aragonès del Català (una de las dos entidades que integran la Academia Aragonesa de la Lengua), que no descarta ponerse en contacto con la editorial para explicar la realidad actual del término. «Atenta contra la norma autonómica», lamentan.

El recuadro en el que se hacen estas apreciaciones erróneas indica que chapurriau es una palabra que «designa tradicionalmente el catalán hablado en la línea fronteriza de Aragón con Cataluña y con la Comunitat Valenciana». El texto indica que se estima que lo hablan unas 6.000 personas, una cifra que probablemente agrupe a los hablantes de Bajo Aragón y el Matarraña, pero que se queda muy lejos de las 45.000 o 50.000 que hablan catalán en el conjunto de la Franja aragonesa.

«El fragmento tiene una cosa buena: no niega que la lengua es catalán, se la reconoce como una variedad, pero los que sabemos qué movimientos existen detrás vemos una referencia clara», afirma el presidente del Institut, Javier Giralt.

En las redes sociales también se han levantado voces críticas por este uso anticuado del término, tradicionalmente usado por las voces que niegan la realidad del catalán en Aragón. Los autores del libro de Vicens Vices, coordinado por la asesora lingüística Edita Gutiérrez, explican que en su origen «era un término despectivo que significaba catalán mal hablado; sin embargo, en estos últimos tiempos han surgido muchas voces reivindicando la propia singularidad lingüística de esta variedad». En el libro ponen como ejemplo del uso de esta palabra la frase: Soy de Aragón y parlo lo chapurriau. Este ejemplo, curiosamente, es el lema que utiliza la asociación cultural Amics del Chapurriau, contraria al empleo de la palabra catalán para el uso de esta lengua en las localidades aragonesas.

«La explicación del libro no debería ser así y tendría que explicar con mucha más claridad que esa es una denominación que habría que desterrar, que no se tendría que usar en ningún ámbito y menos en uno científico», precisa Giralt al explicar, además, que así lo establece la ley de patrimonio cultural aragonés que un libro de texto debería tener en cuenta.

Portada del libro de texto.

La situación no es nueva y la denominación de las lenguas en los libros de texto siempre está cuestionada. Hace cinco años la fundación Gaspar Torrente ya denunció los «errores y omisiones» acerca de las lenguas propias del territorio en varios libros de texto de educación Primaria y Secundaria que se estaban utilizando en los centros educativos de la comunidad. En concreto, desde la entidad enunciaban hasta 16 casos en los que ambos idiomas no se nombraban o, a su juicio, se hacía con denominaciones incorrectas, en manuales de cursos que iban desde tercero de Primaria hasta primero de Bachillerato, ambos incluidos.

En este contexto, a comienzos del verano, la Justicia de Aragón, Concepción Gimeno, emitió una sugerencia al Gobierno de Aragón para que implemente medidas de protección para las lenguas.

La resolución se produjo después de una queja presentada por instituciones como Rolde de Estudios Aragoneses, Consello d’a Fabla Aragonesa, Institut d’Estudis del Baix Cinca y Associació Cultural del Matarranya ante la falta del apoyo necesario a este patrimonio lingüístico.

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