Origen: Misma respuesta
- Escrito por Laura Castel
Cuando nos distraíamos y terminábamos prestando más atención al compañero de al lado que a lo que explicaba, un profesor que tuve en 1º de carrera siempre comenzaba a gritar «¡sexo, sexo, sexo!».
Era instantáneo, todos nos girábamos a ver qué cojones hacía y volvíamos a escucharle durante un rato. Según avanzaba el curso y esta técnica comenzaba a perder eficacia por repetitiva, iba cambiando de palabra e incluso cantaba o imitaba el sonido de algún animal. La reacción que teníamos los por entonces estudiantes de Periodismo es parecida a la que sufrimos ahora cuando escuchamos las palabras «Cataluña» e «independencia». Estos temas se han convertido en el maná que levanta el morbo con el que nutrir páginas en los periódicos, minutos de tertulias políticas en radio y televisión, y por supuesto, las agendas de gobernantes y partidos. Nos quejamos continuamente de la omnipresencia de Artur Mas y de lo cansino que nos resulta el «procés» pero no hacemos más que hacerle la campaña cada vez que ponemos el grito en el cielo y elevamos a noticia del día cualquier declaración de un miembro del Govern catalán. Estos últimos días fueron unas palabras del conseller de Justicia en un acto de una escuela de verano universitaria en una localidad francesa. Un acto que tiene pinta de que no estaría precisamente plagado de periodistas pero del que tan solo hace falta un altavoz para que todos nos hagamos eco. Dijo que en su proyecto de Cataluña independiente nos ofrecerán la «nacionalidad» a los habitantes de los «Països Catalans». Liada. Y es que éste último también es otro de los términos que nos provoca urticaria máxima. Las palabras llegaron a Aragón y los medios nos hicimos eco buscando declaraciones de unos y otros para saber su opinión. Si era polémica, aún más. El presidente Lambán tampoco tardó en reaccionar. El domingo en Twitter y el lunes, haciendo pública una contundente y dura carta que envió a su homólogo catalán. Por cierto, en la misiva criticaba el uso del término Franja para denominar al Aragón oriental cuando él mismo, un día antes, hablaba de «nuestra Franja» en un comentario en la citada red social. Dos días después, DGA envió una nueva de prensa en la que volvió a reiterar que no tolerarán «injerencias ni faltas de respeto». Me parece correcta la respuesta aunque no coincida en algunos términos concretos. Sin embargo, lo que habría que exigir ahora es que esta rapidez y contundencia en las reclamaciones no se quede ahí y que tengan la misma respuesta otros asuntos que de verdad tienen importancia en el día a día de los aragoneses. Aquí en el Bajo Aragón Histórico tenemos muchas reivindicaciones para las que también nos gustaría la misma contundencia del ejecutivo autonómico.