Gran Scala, o la feria de los horrores
25/10/2009 JOSÉ LUIS Trasobares Gavín
Qué más habrá de suceder para que el Gobierno aragonés rompa las relaciones con International Leisure Development (ILD) y admita que lo de Gran Scala fue una idea absurda e imposible a través de la cual unos cuantos espabilados quisieron (y aún están en ello) pegar el pelotazo del siglo? ¿Qué clase de suceso, de oscuridad, de tragedia, de chanchullo? ¿Qué delirio, qué exageración, qué mamarrachada… qué supuesto llevaría al Aragón oficial ha reconocer la más grande metedura de pata que recuerdan los anales?
Bueno, primero se les advirtió de que esto de Gran Scala llegaba de la mano de unos bucaneros de tres al cuarto y que una cosa tan desmesurada necesitaba promotores de más calado. ¡Oh!, respondieron, sí los hay; pero estos temas requieren sigilo, discreción, secretito. Luego se evidenció que el proyecto era una pifia barata, que los parques temáticos inicialmente anunciados (Spyland, Aquántica,) habían fracasado en Francia y su agrupamiento societario se había llevado a cabo con un capital de ¡mil quinientos dólares!. Es lo normal en estos casos, replicaron los portavoces de la autoridad. ¿Lo normal?
Tres meses después de la solemne presentación en el Salón de la Corona, las revelaciones se sucedieron: la mayoría de los socios de ILD estaban radicados en paraísos fiscales; algunas de sus empresas eran absolutamente opacas; dos de los hombres fuertes del pool promotor, Allegrini y Colus, habían estado directamente implicados en el pufo de Goldenpot, casino virtual que dejó en Barcelona deudas por cientos de miles de euros; la sociedad chipriota Darlen Ltd., accionista de relevancia, aparecía vinculada al comisionista André Guelfi, implicado en grandes escándalos financieros y políticos; otros directivos de ILD, Josep Carreras y Jaume Riera, intentaban venderle al consejero Aliaga un motor milagroso en cuya promoción usaban indebidamente el logo del Gobierno de Aragón… Más: ILD, agobiada por las revelaciones sobre su evidente insolvencia (!y pretende invertir miles de millones!), anunció la inclusión en su accionariado de un fondo soberano de la Isla de Jersey, pero era mentira; el socio industrial del pool, Aristocrat, se vio envuelta en graves dificultades legales en USA, sus acciones se desplomaron… Y ahora, el crimen de Cambell No pasa nada, siguen afirmando los portavoces autorizados; los paraísos fiscales, los comisionistas, los insolventes, las sociedades opacas (¿los asesinos?) son lo habitual en el mundo de los grandes negocios.
De lo cual se infiere que quienes siguen creyendo en esto de Gran Scala son unos pobres infelices desinformados, o unos cínicos compañeros de viaje (socialistas) del gran timonel de Aragón, superBiel, o bien partícipes directos en los posibles beneficios de la operación. Por eso aguantan el tipo. Pase lo que pase.
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